4 lecciones sobre el debate de la deuda nacional


Obama: ¿negociando con payasos o un negociador bien pirata?

Solamente Dios sabe qué hubiera sucedido si los políticos en Washington, DC hubieran fracasado en su intento por llegar a un acuerdo para elevar el techo de la deuda del país.

La economía del país está creciendo pero muy poco, igual que la economía mundial. Si Estados Unidos hubiera perdido su capacidad de pagar sus deudas, los efectos seguramente hubieran sido catastróficos. Y lo peor es que algunos políticos estaban dispuestos a recorrer ese camino. No es por nada que este debate será recordado como uno de los más tensos y dramáticos en los últimos tiempos.

Quizá muchas personas jamás se darán cuenta de que en verdad esquivamos una bala.

Pero dejemos las incógnitas a Dios y concentrémonos por un momento en lo que pasó y en algunas de las lecciones que nos ha dejado este enfrentamiento con tintes de suicidio político y económico.

Lección # 1: la extrema derecha controla el país.

Es impresionante que un grupo de congresistas republicanos novatos haya logrado imponer su ideología extremista al resto de nosotros. Al negarse a elevar el techo de la deuda del país, un proceso legislativo de rutina, los políticos del llamado Tea Party secuestraron al país hasta imponer recortes históricos al presupuesto federal. El vicepresidente Joe Biden llegó a decir justo después de haber llegado a un acuerdo que los republicanos “tenían pistolas sobre sus cabezas” durante las negociaciones. Al final, el acuerdo afectará a la gente más pobre y no incluye un incremento de impuestos o ni siquiera la clausura de las lagunas tributarias que utilizan los ricos y las corporaciones para evitar pagar los impuestos que les corresponde.

Lección #2: El presidente Barack Obama es un pésimo negociador.

Lástima que el presidente de los Estados Unidos no es un vendedor de carros usados. Si lo fuera, yo fuera su mejor cliente. Llegaría a su lote con mil dólares en la bolsa listo para comprar un carro de cinco mil. Él se pondría a negociar conmigo y finalmente me diría que lo suelta por cuatro mil. Yo insistiría en que solamente tengo mil. Al final sólo le pagaría 900 y además negociaría un tanque lleno de gasolina. Así fue como negoció una salida de la crisis. Los republicanos primero la inventaron y después se la vendieron a un presidente siempre dispuesto a ceder. Sus habilidades de negociar dejan mucho que desear y sientan un precedente que complicará toda negociación hasta el día en que deje la Casa Blanca. ¿Te puedes imaginar lo que el presidente negociaría si estuviera tratando de pasar una reforma migratoria? ¿En verdad crees que en este presidente negocie el mejor acuerdo para ti?

Lección #3: la economía está otra vez en problemas.

El mismo día que se llegó a un acuerdo para elevar el techo de la deuda se dio a conocer un indicador que mostraba una alarmante desaceleración del sector manufacturero de los Estados Unidos, el más reciente signo de interrogación en cuanto a crecimiento económico del país. De hecho, unos días antes se dio a conocer que la economía apenas creció durante la primera mitad del año, y que se están produciendo muy pocos trabajos a lo largo del país. El debate sobre el techo de la deuda elevó aún más la incertidumbre que se vive y sus efectos podrían durar mucho más. Algunos economistas pronostican que los Estados Unidos verá una reducción en su puntaje de crédito, lo que podría afectar los intereses que pagamos todos por productos como casas y carros.

Lección #4: el debate sobre la deuda invita a la revaluación de nuestras prioridades.

A pesar de la manera bruta en la que los republicanos casi nos llevan al abismo económico, muchos de sus argumentos tienen mérito. La deuda del país tiene que domarse y tenemos que convertirnos en una nación que sabe manejar bien su presupuesto y su crédito. Pero debe hacerse de una manera responsable. El déficit no debe resolverse solamente con recortes, sino también con otras fuentes de ingresos como impuestos. El sistema tributario del país es demasiado complejo y arcaico para nuestros tiempos, y debe reformarse. La población está cambiando, está viviendo más tiempo, y por lo tanto, necesitamos analizar de nuevo los costosos beneficios que se basan en la edad, como Medicare y Social Security.

Son debates que vienen en camino. Ojalá el presidente Obama pueda negociar algo que no esté tan cargado hacia la extrema derecha.

Nadie quiere bailar con Obama


Dancing with himself.

El presidente Barack Obama reveló hace unos días la razón principal por la que no ha cumplido su promesa de reformar las leyes de migración: “necesito una pareja de baile y la pista está vacía”, dijo el mandatario durante el congreso anual del Concilio Nacional de la Raza en Washington, D.C.

Era la segunda vez que se presentaba ante esta audiencia. La primera vez que lo hizo fue en el 2008 cuando aún era candidato y cuando dijo que reformar las leyes migratorias sería “una prioridad” y un tema que abordaría durante su primer año como presidente.

Tres años después regresa al mismo podio con las manos vacías, pero apuntando el dedo a los republicanos, a quienes acusó de retirar el apoyo e interés que alguna vez mostraron por reformar las disfuncionales leyes migratorias del país.

Es verdad que el mandatario necesita el apoyo de ambos partidos para convertir una propuesta en ley y que la oposición no tiene interés en cooperar con su administración, ni siquiera cuando el futuro financiero del país está en juego, como hemos visto durante el debate por elevar el techo del déficit.

¿Qué nos hace pensar que los republicanos cooperarán para legalizar a millones de personas?

Hoy en día, sin embargo, la preocupación más grande del presidente no deben ser sus enemigos, sino sus amigos. Su promesa incumplida en el tema de migración amenaza seriamente con hacerle perder el apoyo de los hispanos, un bloque electoral que fue clave en su triunfo del 2008.

De acuerdo con una encuesta Gallup, el 52 por ciento de los hispanos apoyan a Obama, mientras que dos tercios de los latinos que votaron por él no piensan repetir su voto en el 2012. Lo más preocupante para el mandatario probablemente es la pérdida de apoyo entre la gente joven.

Durante su discurso en Washington, un grupo de estudiantes “soñadores” (jóvenes que buscan la legalización) no dejó de protestar.

“Protestamos mientras el presidente Obama daba otro de sus predecibles discursos en el tema de migración porque estamos escandalizados por el hecho de que continúa promoviendo su reelección entre los hispanos en un momento en que no existe una solución legislativa a la crisis migratoria”, dijo a Político.com, Felipe Matos, un estudiante indocumentado.

Hace tres años hubiera sido impensable que los jóvenes latinos que tanto apoyaron al candidato Obama ahora se tornaran en su contra. Pero no solamente son los jóvenes. Son también profesionistas, amas de casa, obreros, y otras personas quienes han quedado profundamente decepcionadas ante el incumplimiento de las promesas que hizo hace tres años en la misma conferencia:

“Bueno, pues no sé ustedes, pero creo que ha llegado el momento en que un presidente no se eche para atrás con algo tan importante como la reforma migratoria sólo porque el tema se convierte en algo que no es popular políticamente. Necesitamos finalmente sacar de las sombras de la sociedad a esos 12 millones de personas”, dijo en el 2008.

A casi tres años de su presidencia, su gobierno tiene poco que mostrar:

Un número récord de personas han sido deportadas desde que Obama llegó a la Casa Blanca.

La Dream Act, que legalizaría en el ámbito federal a los jóvenes que fueron traídos a los Estados Unidos de chicos, ha fracasado en el Congreso.

Su administración ha ampliado programas controversiales como Comunidades Seguras, que ha resultado en la deportación de personas sin antecedentes penales.

Las pocas reuniones o pláticas de alto nivel sobre la inmigración ilegal parecen ser sólo teatro para que los hispanos tengan la ilusión de que su administración está haciendo algo.

Y si la inmigración no fuera suficiente, el desempleo entre los latinos continúa más elevado que en el resto de la población. Pero aunque la economía sea mala, la inmigración sigue siendo un tema sumamente personal para los hispanos.

Sería interesante ver con qué cara se presenta Obama en campaña ante los hispanos el próximo año y promete nuevamente una reforma migratoria. ¿O quizás hemos sido ya testigos de su estrategia de campaña, que consistirá en echarle toda la culpa a los republicanos?

Es cierto que los republicanos no quieren bailar con el presidente. Pero eso es esperarse; ellos nunca han sido amigos de Obama. Es más preocupante cuando tus propios amigos te dejan parado en la pista de baile.

Cinco señales de que los republicanos han perdido la cabeza


La patria no siempre es primero.

La tarjeta de crédito de los Estados Unidos está muy cerca de llegar a su límite. A partir del 2 de agosto, si el Congreso no aprueba un incremento al techo de la deuda nacional, un voto rutinario en años anteriores, el gobierno federal dejaría de pagar sus obligaciones, una cuestión impensable para el país más rico del mundo con consecuencias financieras catastróficas. Digamos que no es necesariamente lo que el país necesita en este momento.

Uno supondría que el sentido de urgencia sería suficiente para que los demócratas y los republicanos llegaran a un acuerdo para así concentrarse en reducir el desempleo y en hacer crecer la economía. Pero como suele suceder a Washington DC, la intransigencia está a la orden del día, especialmente con las elecciones del próximo año cada vez más cerca. Aunque ambos partidos pecan de dejarse llevar por su ideología, son los republicanos los que han perdido la cabeza con su fanatismo político e hipocresía institucional. Veamos.

Déficit nacional cuando les conviene: seamos honestos cuando hablemos de la deuda nacional, por lo visto el tema más importante para los republicanos hoy en día: fue el ex presidente George W. Bush y muchos de los republicanos que hoy en día están en el Congreso quienes llevaron al país de un superávit a un súper déficit al reducir impuestos pidiendo más dinero prestado, empezar dos guerras costosas e inflar la deuda nacional con iniciativas sociales masivas como el programa de medicamentos de Medicare. Ahora que han perdido sus derechos a usar la tarjeta de crédito resulta que la prioridad número uno es reducir la deuda que ellos en gran parte acumularon.

La reducción de impuestos es la solución para todos los problemas del país, parece ser el lema de los republicanos. ¿Quieres reducir la deuda? Baja los impuestos (aunque en realidad eso añade a la deuda). ¿Quieres generar trabajos? Baja los impuestos (ya vimos todos los trabajos que generó la reducción de impuestos de Bush en el 2001 y 2003). ¿Quieres estimular la economía? Baja los impuestos (no olvidemos el tremendo crecimiento económico bajo la administración pasada). A nadie le gusta pagar impuestos, pero como parte de su negociación con el presidente Barack Obama, los republicanos ni siquiera consideran cerrar las lagunas en la ley tributaria que favorecen a los multimillonarios. Lo que nos lleva al siguiente punto:

Han olvidado a la clase media; su lealtad está con los ricos. No olvidemos que éste es el partido que frecuentemente busca eliminar los beneficios de personas desempleadas, porque de acuerdo con la filosofía republicana, las personas que reciben dinero del gobierno no buscan trabajo. Pero eso sí, protegen con todo las lagunas tributarias para los dueños de jets corporativos, compañías de petróleo y especuladores en la bolsa de valores. O sea, todas esas personas y compañías que se aprovechan de las fallas de la ley para no pagar los impuestos que les corresponden.

En campaña perpetua. Los políticos siempre están en campaña. Pero esta nueva generación de republicanos ha hecho tantas promesas tan extremas y absurdas a su electorado que ellos mismos imposibilitan la negociación que podrían tener con los demócratas. ¿Cómo puedes negociar seriamente cuando has prometido que jamás aumentarás impuestos y que cualquier aumento al déficit nacional representa el fin del mundo? Cuando llegue el momento de votar por aumentar el límite o techo de la deuda, un voto que se dará tarde o temprano, tendrán que escoger entre su reelección o el futuro económico del país. Personalmente, jamás confiaría en un político en una decisión que ponga a prueba su colectivismo. Lo que me hace pensar:

¿En verdad están dispuestos a poner su fanatismo sobre el bienestar del país? El techo de la deuda será aumentado. O por lo menos todos esperan que eso suceda. Lo que no se sabe son las condiciones que impondrán los ideólogos de ambos partidos para que el país evite una catástrofe de grandes proporciones. El presidente Barack Obama ha hecho su parte para reducir el déficit a largo plazo al poner sobre la mesa recortes a programas como Medicare y el Seguro Social, que son prioridades para los demócratas. Es hora que los republicanos muestran algo de flexibilidad por el bienestar del país.

Vicente Fox usa la legalización drogas para construir biblioteca


El ex presidente de México Vicente Fox no ha olvidado lo que es andar en campaña.

El otro día vino a San Diego a recabar fondos para su biblioteca presidencial, y repitió unas declaraciones controversiales que hizo hace unos meses en México: que las drogas deberían ser legalizadas porque la guerra contra el narcotráfico, por lo menos como se ha estado peleando hasta ahora, está perdida.

“Estamos hablando de la última frontera de la prohibición”, dijo la semana pasada durante una rueda de prensa en la Universidad de San Diego. “El aborto está permitido. El matrimonio entre personas del mismo sexo es ahora permitido. Fumar cigarros, consumir alcohol”.

No estoy seguro si el ex mandatario simplemente busca publicidad para acaparar atención y dinero para su proyecto o enmendar un poco el legado de desilusión que dejó su presidencia con ideas como legalizar las drogas. Finalmente se trata de un político cuyo partido tiende a imponer el idealismo de derecha por encima del pragmatismo.

Sin embargo, hay muchas razones para considerar sus ideas.

Han muerto unas 34,000 personas desde que su sucesor, Felipe Calderón, decidió encarar a los narcotraficantes de México hace cuatro años. Y no estamos hablando de personas que murieron pacíficamente rodeados de sus familiares, sino víctimas de una brutalidad nunca antes vista en México. La producción, el transporte y el consumo de las drogas parecen no tener fin, en ambos lados de la frontera, independientemente de su legalidad.

Pero lo cierto es que como sociedad, estamos muy lejos de legalizar las drogas. Y es irónico que el ex mandatario haya hecho sus comentarios en San Diego, un lugar donde las autoridades locales han hecho todo lo posible por sabotear el consumo legal de la marihuana con fines medicinales.

El Concilio de San Diego recientemente aprobó nuevas regulaciones que obligarían a los más de 160 dispensarios de marihuana medicinal a cerrar sus puertas temporalmente y solicitar un permiso que costaría decenas de miles de dólares y cuyo proceso podría durar un año, dependiendo de la oposición que enfrentan de las personas que viven en los alrededores.

Qué importa si miles de pacientes pierden acceso a su medicina, a la cual tienen derecho a comprar bajo la proposición 215, que legalizó la marihuana medicinal en California en 1996. Muchas personas con enfermedades como cáncer consumen la mariguana para estimular el apetito y para mitigar los efectos colaterales de la quimioterapia, como el vómito y los mareos.

Aunque han pasado 15 años desde que se aprobó esta medida, la ley está lejos de lograr su objetivo.

Varios condados del estado han prohibido los dispensarios de marihuana medicinal y más de 130 ciudades han hecho lo mismo, incluyendo El Cajón, Escondido, San Marcos y Vista. Otras ciudades han implementado moratorios mientras consideran si regulan o prohíben la marihuana medicinal.

Y si la guerra a nivel local contra el cannabis no fuera suficiente, también está la confusión y contradicción que genera el hecho de que el gobierno federal considera que esta esta droga es ilegal.

Para ser claros, hay tanto pacientes como doctores que abusan de las intenciones de la ley y que venden y consumen mariguana con fines recreacionales. Pero esto no es suficiente razón para negarles acceso a aquellas personas que verdaderamente lo necesitan y que además están amparadas por la ley.

Esto es tan sólo un pequeño panorama de lo que ocurre cuando una sociedad quiere legalizar una droga, en este caso la mariguana, la considerada más inocua de entre las drogas. Mejor no pensar qué sucedería si se tratara de legalizar otras drogas como la cocaína.

El ex presidente Fox ha sido reprochado por sus declaraciones. La universidad cristiana Point Loma Nazarene de San Diego rescindió hace poco una invitación al mandatario a hablar en el campus. Pero poco ha de importarle a alguien como Fox que va de podio en podio, y que siempre será presentado ante las audiencias como la persona que rompió la racha de más de 70 años de poder que tenía el PRI, algo que en realidad fue mérito del electorado y la maduración del país.

Es una pena que no expresó estas mismas posturas cuando era presidente de México y verdaderamente tenía el poder y la capacidad de hacer algo. Ahora nos sale con esto porque necesita algo cuando en su momento lo único que hizo fue apoyar las políticas antidrogas que promueve Estados Unidos en México y Latinoamérica.

No todos los sindicatos han perdido su camino


Los sindicatos han tenido un pésimo año.

En Wisconsin y Ohio los gobernadores conservadores firmaron leyes controversiales que limitan los derechos de los sindicatos de negociar salarios y prestaciones, un golpe durísimo para los empleados públicos de esos estados como maestros, policías y bomberos.

Esto representa un revés histórico para el movimiento de sindicatos, cuya membrecía viene en decadencia desde hace varios años. Durante esta crisis económica los sindicatos han sido acusados en lo mínimo de empeorar las finanzas de los gobiernos y contribuir a los monstruosos déficits de muchos estados.

Estas leyes anti sindicato, que aún enfrentan obstáculos legales antes de entrar en vigor, parecen ser sólo el comienzo. En las últimas semanas se han presentado más de 700 propuestas a lo largo del país con el fin de emularlas y herir de muerte al aliado más confiado de los demócratas justo antes de las elecciones presidenciales del próximo año.

Pero no todo ha sido malas noticias para los sindicatos gracias a California.
Hace unos días senadores estatales presentaron una propuesta de ley que haría más fácil que los campesinos formen un sindicato, una medida cuyo fin es limitar los abusos laborales y mejorar las condiciones de trabajo de los trabajadores más vulnerables de California. La medida ahora va a la legislatura estatal, donde se espera que pase, y después al Gobernador Jerry Brown, donde tiene probabilidades de convertirse en ley.

Esta propuesta les daría a los trabajadores del campo la opción de formar un sindicato sin primero tener que hacer una petición formal seguida por elecciones. Esto con el fin de evitar que los empleadores los intimiden durante el proceso. Para sindicalizarse simplemente tendrían que entregar cartas firmadas por la mayoría de los trabajadores a las autoridades laborales del estado.

La discusión en torno a si los sindicatos abusan de los contribuyentes no siempre es justa. Sin embargo, no es difícil ver por qué son acusados de abuso, especialmente cuando se considera las generosas pensiones que permiten que algunos miembros se jubilen a los 50 años, como es el caso en la Ciudad de San Diego.

Pero por lo menos en el caso de los trabajadores del campo, un sindicato es necesario.

Ellos trabajan en condiciones paupérrimas, y en los últimos seis años 15 campesinos han muerto de calor mientras recogían las frutas y verduras que ponemos sobre la mesa. Y eso a pesar de que existe una ley que obliga los empleadores a proveer agua, sombra y descansos.

En términos históricos, los sindicatos fueron creados justo para proteger a trabajadores de abusos así como para obtener mejores beneficios de empleadores frugales. No olvidemos que fue gracias a los sindicatos que muchos empleados hoy en día disfrutan de beneficios como dos semanas de vacaciones pagadas al año, además de días festivos y días en donde puedes ausentarte debido a una enfermedad.

Los campesinos carecen de beneficios como éstos y muchas veces son víctimas de sus empleadores.

A mí nadie me lo contó. Yo lo vi.

Recuerdo con detalle que durante los incendios forestales del 2007 en San Diego los trabajadores de campo siguieron recogiendo tomate a pesar de que estaban en una zona de evacuación y a la vista de los carros que huían del peligro. Los trabajadores no podían respirar bien, pero seguían trabajando.

Cuando le pregunté a uno por qué no se iba a casa, me contestó que su jefe les dijo que si se iban no regresarán al siguiente día porque serían reemplazados.

Este tipo de cosas no sucederían si estuvieran organizados a través de un sindicato.
Si algunos empleadores se portan así cuando hay una emergencia, ¿cómo tratan a los trabajadores cuando nadie los está viendo? Han incontables historias de abusos de todo tipo, incluyendo la intimidación de los trabajadores cada vez que quieren formar un sindicato.

Los trabajadores de campo no buscan jubilarse a los 50 años con un salario financiado por el contribuyente. Los campesinos sólo desean un salario justo y condiciones de trabajo que no peligren sus vidas.

La lucha contra los sindicatos es más política que otra cosa. Sin embargo está claro que muchos sindicatos han perdido su camino. Quizás esta lucha en California les recuerde un poco sus raíces, para que así puedan enfrentar con mayor dignidad los retos que se les espera.

La diferencia entre los demócratas y los republicanos


Dicen que la religión y la política son temas que son mejor no discutir con amigos o la familia. Pero el otro día mi mamá me hizo una pregunta irresistible: “Mijo, ¿me podrías decir cuál es la diferencia entre los demócratas y los republicanos?”

Estoy seguro que mi mamá estaba buscando una respuesta rápida, de uno o dos enunciados a lo mucho, para aclarar de una vez por todas cómo se diferencia un político de traje y corbata azul que practica la demagogia con un político de traje y corbata roja que practica la demagogia.

Es muy sencillo mamá, le dije evocando el tono maternal que ella usaba cuando respondía a las preguntas existenciales que yo hacía cuando era pequeño.

Los republicanos, le expliqué, son individualistas. Ellos creen en que un individuo realizado fortalece a la sociedad. Los demócratas, por su parte, son colectivos. Ellos creen que una sociedad realizada fortalece a los individuos que viven dentro de ella.

Mi mamá pareció quedar satisfecha con mi respuesta simplista, y yo agradecido de que no me preguntara más, especialmente porque íbamos llegando a un hotel vacacional donde me esperaba una alberca con calefacción y una cerveza fría.

Pero ahora siento que he defraudado a mi mamá.

Con el debate en Washington D.C. sobre si extender las rebajas de los impuestos a los millonarios, o si extender los beneficios a los trabajadores desempleados, siento que no hay mejor momento para resaltar las diferencias de los dos grupos políticos que gobiernan nuestro país.

Los republicanos, con su sabiduría individualista, buscaban extender a toda costa las rebajas de los impuestos a los millonarios implementadas bajo la administración de George W. Bush, aunque se tenga que pedir dinero prestado para financiarlo.

Los demócratas, con su sabiduría colectivista, buscaban extender los beneficios que perderían más de 2 millones de personas desempleadas al final de este mes, incluyendo alrededor de medio millón de individuos en California.

Que los republicanos aceptaron extender los beneficios de personas desempleadas solamente a cambio de extender las rebajas de impuestos dice mucho de su partido, cuyos miembros argumentan que las personas no buscan empleo cuando reciben beneficios. Su filosofía individualista tiene claramente a un tipo de individuo en mente: los millonarios como ellos, y más importante, los millonarios que pagan por sus campañas.

Que los demócratas hayan aceptado extender estos recortes de impuestos a los millonarios también dice mucho de ellos: que no saben o no quieren pelear por sus principios.

No es que tenga algo en contra de los millonarios. Es más, yo mismo aspiro a ser uno. Por eso cada jueves compro mi boleto de la lotería. Sólo que en estos momentos, me parece que los que más necesitan ayuda son las personas desempleadas y no quienes ganan más de 1 millón de dólares.

Los republicanos tienen otra peculiaridad que los hace diferentes. Les gusta que las cosas se hagan de su manera y le dicen no a todo. O por lo menos es todo lo que han demostrado desde que Barack Obama fue elegido presidente en el 2008.

No a la reforma de salud. No a la reforma bancaria. No a mayores protecciones para los consumidores con tarjetas de crédito. No a la reforma migratoria. No a esto. No a aquello. Y los demócratas no han hecho nada más que tratar de negociar con los republicanos recalcitrantes.

En este caso, los republicanos son como la muchacha guapa que no se deja querer, mientras que los demócratas son del tipo tonto que piensa que algún día conquistará a su amor platónico.

Por lo menos los republicanos saben pelear por lo que creen, aunque les importe un comino que la gente no pueda encontrar trabajo porque sus amigos ricos se rehúsan a contratar. Supongo que una vez que se extiendan estas rebajas tributarias finalmente empezará la gran ola de contrataciones. O supongo que no.

Los demócratas, por su parte, no saben pelear por su “colectivismo”. Por lo menos no lo han demostrado, ni con la reforma de salud que fue diluida inútilmente con la esperanza perdida de negociar con republicanos, ni con la reforma migratoria que tanto han prometido.

Así es mamá, el individualismo versus el colectivismo.

Tantas diferencias. Tantas decepciones.

Políticos anti-inmigrantes regresan al poder en Escondido


Por Hiram Soto

En Escondido, las elecciones han dejado una sensación que oscila entre el suspenso y el déjà vu.

Mientras que el resto del país deja atrás una campaña electoral que culminó en el resurgimiento del Partido Republicano, en el norte del Condado de San Diego aún no terminan de contar las boletas.

Sólo unos cuantos votos separan al ex regidor Ed Gallo de retomar su viejo puesto en el concilio de esta ciudad famosa por sus retenes policiacos y ordenanzas antiinmigrantes. A principios de esta semana, Gallo estaba 33 votos por encima de su contrincante, la alcaldesa Lori Holt Pfeiler.

De ganar, Gallo se uniría a la regidora Marie Waldron y al recién elegido alcalde Sam Abed, completando así el regreso al poder del trío de funcionarios responsable de hacerle la vida de cuadritos a la comunidad latina.

Fueron estos tres quienes en 2006 impulsaron una ordenanza que hubiera prohibido a propietarios rentar viviendas a inmigrantes indocumentados, entre otras medidas controversiales.

Es difícil predecir cómo este trío utilizaría su mayoría en el concilio en cuanto al tema de la inmigración ilegal. Abed en campaña atacó a su contrincante Dick Daniels por no tener una postura suficientemente dura contra la inmigración ilegal.

Pero algunos ya están imaginándose un futuro complicado para la comunidad latina, que irónicamente este año se convirtió en el grupo mayoritario de la ciudad.

«Los siguientes dos años van a ser de dar miedo para todos los latinos, no sólo para los inmigrantes indocumentados», dijo Carmen Miranda, quien junto con otros seis candidatos se postuló sin éxito para una de las dos plazas disponibles en el concilio.

Algunos observadores políticos concluyeron que los candidatos más moderados como Pfeiler fueron afectados negativamente por la gran cantidad de personas que se postularon al puesto y que terminaron diluyendo el voto progresista. Otros dicen que este trío se benefició de la ola conservadora que salió en grandes números a votar por candidatos republicanos a lo largo del país.

Yo sospecho que los dos fueron factores importantes.

Sin embargo, debo preguntarme lo siguiente: ¿cómo es posible que los integrantes del grupo mayoritario de una ciudad no pueda elegir candidatos que simpaticen con ellos? Con los grandes números que representa la población latina en Escondido, los candidatos deberían estar compitiendo con intensidad por resolver sus problemas, no por atacarlos.

Pero de nuevo regresamos al viejo problema de que los latinos no votan.

La situación en Escondido es tan sólo un ejemplo más de que el voto importa y que además puede tener un gran impacto, especialmente en elecciones cerradas.

Espero que esté leyendo ese latino residente de Escondido que por flojera, desidia o indiferencia decidió quedarse en casa el día de las elecciones. Aunque tengo que ser sincero conmigo mismo: si no votó, seguramente tampoco estará leyendo el periódico. Si tú conoces a esta persona, por favor pásale el periódico y dile que me mande un correo electrónico. O mejor aun, dile que me hable. Me gustaría escuchar su argumento para no votar.

Mientras tanto, el regreso de Gallo no está firmado pero parece ser inminente.

A principios de esta semana, el Registro de Votantes aún estaba contando unas 80 mil boletas a lo largo del condado que fueron enviadas por correo o entregadas en sobres el día de la elección. Se especula que unas tres mil son de votantes en Escondido.

Aunque 33 votos pudieran parecer pocos, Pfeiler ya felicitó a Gallo y ha dicho que de confirmarse su derrota no solicitaría un recuento de votos. En parte no la culpo. A mí tampoco me gustaría tener colegas tercos y de mente cerrada como Abed o Waldron.

Gallo, por su parte, regresaría al concilio luego de haber sido derrotado por Olga Díaz en 2008. Díaz ganó su puesto precisamente protestando contra las redadas policiacas y las ordenanzas antiinmigrantes.

Miranda, por su parte, espera regresar como candidata en dos años. Y espera que para entonces la comunidad latina finalmente demuestre su poderío en las urnas, que como en muchas partes del país es sólo cuestión de tiempo.

«Espero que nos unamos y nos hagamos más poderosos. No es justo que nosotros como ciudadanos estadounidenses seamos tratados como ciudadanos de segunda clase en nuestro propio país. Los latinos necesitan entender que necesitamos ser parte del proceso político si queremos ser tratados bien.”

Un voto muy dudoso por Jerry Brown


Por Hiram Soto

Querido Jerry Brown,

Es muy poco lo que yo puedo hacer para resolver los problemas de California, como su elevada tasa de desempleo, los constantes recortes a los servicios estatales debido al eterno déficit, y la falta de recursos para escuelas públicas.

Lo que sí puedo hacer es votar, y el martes me toca emitir mi voto.

Pero no puedo decir que estoy emocionado de ir a las urnas, algo raro para alguien como yo que suele vivir con intensidad todas las temporadas de elecciones.

Sospecho que parte del desencanto tiene que ver con el mal sabor de boca que han dejado los últimos tres gobernadores.
Arnold Schwarzenegger dejará el estado en peores condiciones que cuando llegó: con un déficit multimillonario y encima de eso, en una profunda recesión. Su antecesor, Gray Davis, fue destituido por el electorado por incompetente. Y Pete Wilson, bueno, mejor no hablemos de él.

Pero gran parte del desencanto se debe a los candidatos que tenemos para escoger: usted, un ex gobernador demócrata, y su contrincante, la republicana Meg Whitman.

Ella sonaba muy bien al principio: una empresaria exitosa de una compañía innovadora de internet con hartas ganas de cambiar las cosas. Pero conforme fue progresando su campaña por la gubernatura, la más cara en la historia, se fue haciendo cada vez más claro que algo no estaba bien con esta candidata.

Ha gastado más de 140 millones de dólares de su propia fortuna exhortando a la gente a votar, mientras que ella no había votado en 28 años.

Su postura severa en contra de la inmigración ilegal quedó expuesta como una táctica oportunista cuando se reveló que despidió a la inmigrante indocumentada que le ayudó a criar a sus hijos y a mantener su casa en orden. Su candidatura pareció estar más preocupada por darle voz a los millonarios con promesas de bajar impuestos que con las personas comunes y corrientes como nosotros.

Quizás por eso no es de sorprenderse que a pocos días de las elecciones, Whitman esté abajo en las encuestas a pesar de haber gastado millones en su campaña.

La otra opción es usted, alguien que ya fue gobernador dos veces. Como le mencionaba anteriormente, no tengo una impresión muy favorable de ex gobernadores.

No me emociona el hecho de que los sindicatos han estado gastando millones en su campaña.

Me hace dudar que pueda usted cumplir su promesa de reformar el sistema de pensiones del estado, que permite que los trabajadores del gobierno se jubilen a los 50 y 55 años con beneficios exorbitantes y financiados por contribuyentes como yo.

Igualmente me pregunto cómo reaccionará cuando busque usted tomar una decisión que choque con los intereses de los sindicatos que lo apoyan. Algún impacto tendrán que tener los millones de dólares que los sindicatos han invertido en usted. ¿En dónde cederá?

Estamos tan cerca de concluir esta temporada de elecciones y aún no sabemos cómo usted o su contrincante planean cerrar el déficit de más de 20 mil millones de dólares.

¿Qué servicios más se cortarán? ¿Subirían impuestos? ¿O de plano tenemos que acostumbrarnos a que cada año tendremos miles de millones de dólares en recortes? De eso ustedes han hablado muy poco.

Eso sí, hemos visto los millones de dólares que han gastado en anuncios para desacreditarse, exagerar sus logros y manipular los hechos para hacer que las personas voten por ustedes a toda costa.

California no puede con otro mal gobernador. Ya hemos tenido suficientes. Pero el tiempo se termina y ahora hay que escoger entre usted y su contrincante, dos opciones, en mi opinión, malas.

Pero no hay de otra. Hay que votar. Así que Señor Brown, aquí tiene mi voto. Se lo voy a dar muy renuentemente porque en realidad no estoy convencido de que usted es lo que California necesita.

Pero eso sí, quiero recordarle una cosa: en California así como votamos para mandar a alguien en el Capitolio, también podemos usar nuestro voto para despojarlos del título de gobernador cuando de plano salen demasiado malos.

Fiorina chantajea a los latinos para que voten por ella


Por Hiram Soto

Si vives en California, quizá te tocó ver un gigantesco autobús de color rojo y azul con la foto de una sonriente familia hispana abrazándose y con un mensaje a un lado que decía: «Vota tus valores. Vota Fiorina”.

Fiorina es Carly Fiorina, la republicana que busca desbancar a la senadora Barbara Boxer el 2 de noviembre en una de las contiendas políticas más llamativas del país.

Para ayudarla a lograr su objetivo, sus partidarios despacharon un autobús publicitario a 42 ciudades del estado para convencer a los latinos de que Fiorina comparte sus valores.

El voto latino es fundamental para que esta candidata conservadora logre convertirse en la siguiente senadora de un estado como California, donde los demócratas dominan el ámbito político desde hace más de 15 años en parte porque los republicanos espantaron a los latinos con la fallida Proposición 187, un efecto que continúa hasta hoy.

De hecho, hablar de inmigración ilegal no es un tema sencillo para un republicano, y especialmente para alguien como Fiorina. La ex ejecutiva de Hewlett Packard ha sido muy clara con sus seguidores: apoyó sin titubeos la ley de Arizona SB1070 y se opone a la legalización de indocumentados, tema que llegaría a sus manos si es elegida senadora.

Pero ésta no es la conversación que está teniendo con los latinos.

Sus partidarios prefieren cambiar de tema y hablar sobre los supuestos valores que comparte con la comunidad latina, como su oposición a que la mujer decida si desea abortar y al matrimonio entre homosexuales.

Son temas controversiales dignos de una conversación seria y profunda. Lamentablemente, el propósito de esta campaña de valores no es avanzar productivamente la discusión sobre esos temas. Su objetivo es chantajear a las personas para que voten por ella.

Es como decirle a un cristiano: si no votas por mí entonces apoyas el aborto y el matrimonio entre homosexuales.

Engañar o manipular quizá sea un valor que practican ciertos políticos, pero no es un valor familiar, ni cristiano.

Lo que sí está claro es que su estrategia está teniendo poco impacto, por lo menos entre los latinos.

Una encuesta realizada por el periódico Los Angeles Times y la universidad UCS reveló que Boxer lidera por casi 40 puntos entre votantes hispanos. Sin embargo, las encuestas del electorado en general muestran que la contienda está más cerrada, Boxer lidera sobre Fiorina por sólo cinco o seis puntos.

Candidatos republicanos como Fiorina y Meg Whitman, la candidata a gobernadora, no esperan ganar el voto latino en California. Su esperanza es obtener lo mínimo para ganar, que equivale al 30 o 35 por ciento del voto hispano.

Calculan que pueden lograr el triunfo con la gran motivación de los votantes conservadores, la desilusión de los demócratas ante la situación económica, el deseo de un cambio por parte de los independientes y, por supuesto, con que los latinos que salgan a votar.

De convertirse en senadora, Fiorina buscaría avanzar las prioridades conservadoras del partido republicano, que en términos económicos, se resume en dos cosas: cortar impuestos y reducir el déficit federal, incluyendo el tamaño del gobierno.

En ninguna parte de su lista de prioridades aparecen los valores que comparte con los hispanos, probablemente porque hay poco que podría hacer al respecto como senadora de California.

La constitucionalidad del matrimonio entre homosexuales en California está en los juzgados. La legalidad del aborto es un caso cerrado por la Corte Suprema de Justicia desde hace varias décadas, pero políticos conservadores frecuentemente dicen que quieren cambiarlo.

Si en realidad quisiera hablar sobre los valores de los latinos, por qué la candidata se rehúsa a decir qué haría con los 12 millones de indocumentados en el país que forman parte de nuestra comunidad, que trabajan, pagan impuestos, tienen hijos estadounidenses y en cualquier momento podrían ser deportados y separados de su familia.

Si hablamos de valores, la unión familiar sería lo primero en la lista.

Cinco consejos para salvar la candidatura de Meg Whitman


Por Hiram Soto

Meg Whitman tenía razón cuando admitió durante su debate con Jerry Brown el otro día en Univisión: «no puedo ganar la gubernatura sin el voto latino».

Quizás por eso invirtió más del doble de dinero en anuncios de radio y televisión en español luego del escándalo de que había contratado a una inmigrante indocumentada por casi 10 años, doblando su apuesta como lo haría un jugador de póker después de una mala mano.

Tranquila, Señora Whitman. No pierda la cabeza y tire su dinero a la basura. Quizás yo puedo ayudarla. Yo conozco bien a mi gente, y como usted tiene tanto interés en ganarse su voto, me voy a permitir ofrecerle los siguientes consejos. De seguirlos, puedo casi garantizarle que arrasará con el voto latino el 2 noviembre. Y lo mejor de todo es que no le cobraré un solo centavo.

Consejo #1: despida a Pete Wilson. Si busca publicidad y buena fe en la comunidad latina, despida a Pete Wilson, su presidente de campaña. Pocas cosas le generarán más cobertura positiva en los medios de comunicación latinos que despedir a una de las figuras más odiadas por los hispanos. Será imposible suavizar su imagen siempre y cuando usted tenga al ex gobernador de su lado, partidario de la fallida proposición 187. Digamos que es el equivalente a estar casada con ese tío de la familia que nadie quiere.

Consejo #2: cambie de tono. Seamos sinceros: usted se vio muy mal primero diciendo que tiene una postura dura en contra de la inmigración ilegal, y después nos enteramos de que usted contrató a una inmigrante indocumentada por casi 10 años, aunque usted dice que no sabía que estaba en el país ilegalmente. En lugar de tirar más dinero a la basura con anuncios de radio y televisión, le recomiendo que mejor suavice un poco su postura sobre el tema. En particular le sugiero abandonar su promesa de instituir redadas en los lugares de trabajo y de revocar las licencias de negocios que contraten indocumentados. Así puede también proteger su propio trasero si usted algún día contrata nuevamente a inmigrantes indocumentados, que le advierto están en todos lados.

Consejo #3: no trate de manipular a los latinos. Para bien o para mal, su candidatura hasta el día de las elecciones estará definida por la inmigración ilegal. Y los latinos nos hemos hecho muy astutos para detectar cuando un candidato nos está dando atole con el dedo. Por ejemplo, usted dice que se opone a la ley de Arizona SB1070 y que también está en contra de la proposición 187. Sin embargo también sabemos que la ley de Arizona es más simbólica que nada, y no tiene ningún impacto en California. Y a la vez sabemos que la Proposición 187 sucedió hace 15 años y nunca entró en vigor. A pesar de eso, usted contrató a Wilson y ha difundido anuncios de radio que dicen que usted se opone a que los indocumentados reciban cualquier tipo de beneficio público. ¿Qué no es lo mismo que apoyar la 187? Si de veras quiere estar del lado bueno de los latinos en cuanto al inmigración ilegal, anuncie su apoyo a una reforma migratoria integral.

Consejo #4: no salga en Univisión si no tiene algo bueno que decir. El otro día durante el debate en Univisión con Brown, un estudiante indocumentado de Cal State Fresno dijo que estaba por graduarse con honores pero que no podría trabajar porque es indocumentado. Al preguntarles a los candidatos sobre su postura ante la propuesta Dream Act, que legalizaría a ciertos indocumentados que llegaron a Estados Unidos como niños, usted dijo que sólo apoya la educación pública de los indocumentados hasta la preparatoria. Le recuerdo sus palabras: «no pienso que es justo prohibir y eliminar la habilidad de los residentes de California de asistir a la educación superior y favorecer a los indocumentados». Ese tipo de comentarios no hacen nada más que poner en su contra a la gran cantidad de estudiantes latinos que planean votar en noviembre, y que estaban esperando algo de usted. Mejor no salga en Univisión.

Y el último consejo:

Consejo #5: no se meta con las nanas. Cuidar hijos ajenos es un trabajo con mucha tradición en la comunidad latina. El hecho de que usted tuvo a una mujer latina como su mano derecha en el hogar por casi 10 años habla bien, pero esos puntos se evaporaron cuando se dieron a conocer los detalles de cómo despidió a Nicandra Díaz Santillán, su nana. Ni siquiera le dio oportunidad de despedirse de los niños se cuidó por tanto tiempo. En la comunidad latina muchos tenemos a mamás, tías, primas o hermanas que cuidan a los hijos de otros, y por lo tanto nos podemos identificar con Díaz Santillán. La próxima vez que pregunten sobre el tema, aproveche para pedir disculpas a su ex nana  y darle las gracias por haber cuidado sus hijos.

Y ahí lo tiene, señora Whitman.

Las mentes más sabias en las ciencias políticas calculan que usted necesita alrededor del 35 por ciento del voto latino para ganar. Hoy en día las encuestas la tienen más cerca del 30 por ciento con tendencia a la baja debido al escándalo.

El tiempo apremia, y cada vez estamos más cerca del día de la elección.

Sería irónico que después de gastar 120 millones de dólares de su propio dinero para convertirse en la próxima gobernador de California, todo su esfuerzo se venga abajo porque no supo cómo tratar a su nana y porque en campaña usted dice una cosa, y en su vida privada hace otra.